Modernismo

En la literatura en lengua española, el término modernismo denomina a un movimiento literario que se desarrolló entre los años 1890-1910, fundamentalmente en el ámbito de la poesía, que se caracterizó por una ambigua rebeldía creativa, un refinamiento narcisista y aristocrático, el culturalismo cosmopolita y una profunda renovación estética del lenguaje y la métrica.

 

Se conoce por modernismo a la forma hispánica de la crisis universal de las letras y del espíritu y que se manifiesta en el arte, la ciencia, la religión y la política. En ciertos aspectos su eco se percibe en movimientos y en corrientes posteriores. En las raíces del Modernismo hay un profundo desacuerdo con la civilización burguesa. En ciertos sentidos, se trata de una corriente heredera del Posromanticismo decimonónico, al que da una especie de salida, y en las demás artes esta estética se plasma en las formas del Art Nouveau (en Bélgica y Francia), Modern Style (en Inglaterra), Sezession (en Austria), Jugendstil (en Alemania y Países Nórdicos), Liberty (en Estados Unidos), Floreale (en Italia), y Modernismo artístico (en España e Hispanoamérica).

El Modernismo es objeto de distintas interpretaciones, con estas dos posturas fundamentales:

La más restrictiva lo considera un movimiento literario bien definido que se desarrolló entre 1887 y 1910.

La más amplia considera que el modernismo no es sólo un movimiento literario sino toda una época y la actitud que le sirvió de base.

Conciliando ambas, cabría definir el modernismo literario como un movimiento de ruptura con la estética vigente que se inicia en torno a 1880 y cuyo desarrollo fundamental alcanza hasta la Primera Guerra Mundial. Tal ruptura se enlaza con la amplia crisis espiritual de fin de siglo.

El modernismo hispánico es una síntesis del Parnasianismo y del Simbolismo: del primero toma la concepción de la poesía como bloque marmóreo, con el anhelo de perfección formal, los temas exóticos, y los valores sensoriales; del segundo la concepción de que el arte debe sugerir, y la búsqueda de efectos rítmicos dentro de una variada musicalidad. El Modernismo también subsume, aunque con menos importancia, corrientes estéticas como el Decadentismo y La Hermandad Prerrafaelita.

Las principales características del modernismo son:

El rechazo de la realidad cotidiana, ante la cual el escritor puede huir en el tiempo (evocando épocas pasadas y mejores) o en el espacio (muchos de los poemas se desarrollan en lugares exóticos y lejanos).

Una actitud aristocratizante y cierto preciosismo en el estilo, así como la búsqueda de la perfección formal (de inspiración parnasiana) que se aprecia no sin cierto individualismo.

La búsqueda de la belleza se consigue a través de imágenes muy plásticas y acercamiento a las artes, de una adjetivación con predominio del color y con imágenes relacionadas a todos los sentidos, así como con la musicalidad que produce el abuso de la aliteración, los ritmos marcados y la utilización de la sinestesia (influencias del simbolismo).

Tanto la fidelidad a las grandes estrofas clásicas como las variaciones sobre los moldes métricos, utilizando versos medievales como el alejandrino, el dodecasílabo y el eneasílabo; con aportes de nuevas variantes al soneto.

El uso de la mitología y el sensualismo.

Una renovación léxica con el uso de helenismos, cultismos y galicismos, que no buscaba tanto la precisión como el prestigio o la rareza del vocablo.

El deseo innovador que aspiraba a la perfección que apreciaban en la literatura europea.

La adaptación de la métrica castellana a la latina.

 

El culto a la perfección formal, con poesía serena y equilibrada.

 

La temática modernista revela, por una parte, un anhelo de recreación de armonía frente a un mundo inarmónico, y así un ansia de plenitud y perfección; y, por otra parte, una búsqueda de raíces en la crisis que produjo un sentimiento de desarraigo en el escritor, quien se presenta como guía capaz de mostrarle al hombre común los valores verdaderos. Los temas tratados son muy variados, pero estos son algunos de los más recurrentes:

La desazón típica del romanticismo: el hastío de la vida y una profunda tristeza, junto a la melancolía y la angustia.

Búsqueda de la soledad y rechazo de una sociedad.

El escapismo, evasión de la realidad del tiempo y del espacio.

El amor y el erotismo, con cierta idealización del amor y de la mujer. El tema del amor imposible se presenta con diferencias respecto al ideal romántico. Hay un contraste entre el profundo y delicado amor y un intenso erotismo.

El cosmopolitismo muestra el anhelo de distinto y aristocrático. Los modernistas demostraban mucha devoción por París.

Los temas americanos, en especial los temas indígenas, muchas veces con una defensa del indígena.

 

Lo hispano como antecedente histórico valioso que otorga una armonía frente al mundo inarmónico.

 

Rubén Darío

A Colón
 
¡Desgraciado Almirante! Tu pobre América, 
tu india virgen y hermosa de sangre cálida, 
la perla de tus sueños, es una histérica 
de convulsivos nervios y frente pálida. 

Un desastroso espirítu posee tu tierra: 
donde la tribu unida blandió sus mazas, 
hoy se enciende entre hermanos perpetua guerra, 
se hieren y destrozan las mismas razas. 

Al ídolo de piedra reemplaza ahora 
el ídolo de carne que se entroniza, 
y cada día alumbra la blanca aurora 
en los campos fraternos sangre y ceniza. 

Desdeñando a los reyes nos dimos leyes 
al son de los cañones y los clarines, 
y hoy al favor siniestro de negros reyes 
fraternizan los Judas con los Caínes. 

Bebiendo la esparcida savia francesa 
con nuestra boca indígena semiespañola, 
día a día cantamos la Marsellesa 
para acabar danzando la Carmañola. 

Las ambiciones pérfidas no tienen diques, 
soñadas libertades yacen deshechas. 
¡Eso no hicieron nunca nuestros caciques, 
a quienes las montañas daban las flechas! . 

Ellos eran soberbios, leales y francos, 
ceñidas las cabezas de raras plumas; 
¡ojalá hubieran sido los hombres blancos 
como los Atahualpas y Moctezumas! 

Cuando en vientres de América cayó semilla 
de la raza de hierro que fue de España, 
mezcló su fuerza heroica la gran Castilla 
con la fuerza del indio de la montaña. 

¡Pluguiera a Dios las aguas antes intactas 
no reflejaran nunca las blancas velas; 
ni vieran las estrellas estupefactas 
arribar a la orilla tus carabelas! 

Libre como las águilas, vieran los montes 
pasar los aborígenes por los boscajes, 
persiguiendo los pumas y los bisontes 
con el dardo certero de sus carcajes. 

Que más valiera el jefe rudo y bizarro 
que el soldado que en fango sus glorias finca, 
que ha hecho gemir al zipa bajo su carro 
o temblar las heladas momias del Inca. 

La cruz que nos llevaste padece mengua; 
y tras encanalladas revoluciones, 
la canalla escritora mancha la lengua 
que escribieron Cervantes y Calderones. 

Cristo va por las calles flaco y enclenque, 
Barrabás tiene esclavos y charreteras, 
y en las tierras de Chibcha, Cuzco y Palenque 
han visto engalonadas a las panteras. 

Duelos, espantos, guerras, fiebre constante 
en nuestra senda ha puesto la suerte triste: 
¡Cristóforo Colombo, pobre Almirante, 
ruega a Dios por el mundo que descubriste!

 

Este poema me puso en un dilema, pues al parecer Rubén Darío culpa a Colón de haber condenado a los habitantes de este continente a sufrir durante muchos siglos, pues él dice que incluso en esos días se seguía sintiendo opresión  y corrupción. Tambien menciona "Por que dejas tus tierras", y creo  que es por que según la historia, desde la llegada de los españoles, el continente se volvió un basurero. 

Año Nuevo
 
A las doce de la noche, por las puertas de la gloria 
y al fulgor de perla y oro de una luz extraterrestre, 
sale en hombros de cuatro ángeles, y en su silla gestatoria, 
San Silvestre. 

Más hermoso que un rey mago, lleva puesta la tiara, 
de que son bellos diamantes Sirio, Arturo y Orión; 
y el anillo de su diestra hecho cual si fuese para 
Salomón. 

Sus pies cubren los joyeles de la Osa adamantina, 
y su capa raras piedras de una ilustre Visapur; 
y colgada sobre el pecho resplandece la divina 
Cruz del Sur. 

Va el pontífice hacia Oriente; ¿va a encontrar el áureo barco 
donde al brillo de la aurora viene en triunfo el rey Enero? 
Ya la aljaba de Diciembre se fue toda por el arco 
del Arquero. 

A la orilla del abismo misterioso de lo Eterno 
el inmenso Sagitario no se cansa de flechar; 
le sustenta el frío Polo, lo corona el blanco Invierno 
y le cubre los riñones el vellón azul del mar. 

Cada flecha que dispara, cada flecha es una hora; 
doce aljabas cada año para él trae el rey Enero; 
en la sombra se destaca la figura vencedora 
del Arquero. 

Al redor de la figura del gigante se oye el vuelo 
misterioso y fugitivo de las almas que se van, 
y el ruido con que pasa por la bóveda del cielo 
con sus alas membranosas el murciélago Satán. 

San Silvestre, bajo el palio de un zodíaco de virtudes, 
del celeste Vaticano se detiene en los umbrales 
mientras himnos y motetes canta un coro de laúdes 
inmortales. 

Reza el santo y pontifica y al mirar que viene el barco 
donde en triunfo llega Enero, 
ante Dios bendice al mundo y su brazo abarca el arco 
y el Arquero.



Este poema es un poco confuso, pero a su vez tiene un toque de interés hacia el lector que motiva a la imaginación.Parece que menciona la forma en que se recibe el año nuevo, pero nos menciona que el enero parece lejano, así que me parece que el tenía cierta tristeza

Atunmal
 
En las pálidas tardes 
yerran nubes tranquilas 
en el azul; en las ardientes manos 
se posan las cabezas pensativas. 
¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños! 
¡Ah las tristezas íntimas! 
¡Ah el polvo de oro que en el aire flota, 
tras cuyas ondas trémulas se miran 
los ojos tiernos y húmedos, 
las bocas inundadas de sonrisas, 
las crespas cabelleras 
y los dedos de rosa que acarician! 

En las pálidas tardes 
me cuenta un hada amiga 
las historias secretas 
llenas de poesía; 
lo que cantan los pájaros, 
lo que llevan las brisas, 
lo que vaga en las nieblas, 
lo que sueñan las niñas. 

Una vez sentí el ansia 
de una sed infinita. 
Dije al hada amorosa: 
?Quiero en el alma mía 
tener la aspiración honda, profunda, 
inmensa: luz, calor, aroma, vida. 
Ella me dijo: ?¡Ven!? con el acento 
con que hablaría un arpa. En él había 
un divino aroma de esperanza. 
¡Oh sed del ideal! 
Sobre la cima 
de un monte, a medianoche, 
me mostró las estrellas encendidas. 
Era un jardín de oro 
con pétalos de llama que titilan. 
Exclamé: ?Más... 
La aurora 
vino después. La aurora sonreía, 
con la luz en la frente, 
como la joven tímida 
que abre la reja, y la sorprenden luego 
ciertas curiosas, mágicas pupilas. 
Y dije: ?Más...? Sonriendo 
la celeste hada amiga 
prorrumpió: ?¡Y bien! ¡Las flores! 
Y las flores 
estaban frescas, lindas, 
empapadas de olor: la rosa virgen, 
la blanca margarita, 
la azucena gentil y las volúbiles 
que cuelgan de la rama estremecida. 
Y dije: ?Más... 
El viento 
arrastraba rumores, ecos, risas, 
murmullos misteriosos, aleteos, 
músicas nunca oídas. 

El hada entonces me llevó hasta el velo 
que nos cubre las ansias infinitas, 
la inspiración profunda 
y el alma de las liras. 
Y los rasgó. Allí todo era aurora. 
En el fondo se vía 
un bello rostro de mujer. 
¡Oh; nunca, 
Piérides, diréis las sacras dichas 
que en el alma sintiera! 
Con su vaga sonrisa: 
?¿Más?... ?dijo el hada. 
Y yo tenía entonces 
clavadas las pupilas 
en el azul; y en mis ardientes manos 
se posó mi cabeza pensativa...



Este poema tiene un toque de desnudes, pero no corporal sino de la mente del autor, pues nos deja dar un vistazo a lo que el sentía y vivía, lo que el escuchaba y decía. Pero considerando su historia, este poema no tiene sentido.

Blasón
 
El olímpico cisne de nieve 
con el ágata rosa del pico 
lustra el ala eucarística y breve 
que abre al sol como un casto abanico. 

De la forma de un brazo de lira 
y del asa de un ánfora griega 
es su cándido cuello, que inspira 
como prora ideal que navega. 

Es el cisne, de estirpe sagrada, 
cuyo beso, por campos de seda, 
ascendió hasta la cima rosada 
de las dulces colinas de Leda. 

Blanco rey de la fuente Castalia, 
su victoria ilumina el Danubio; 
Vinci fue su varón en Italia; 
Lohengrín es su príncipe rubio. 

Su blancura es hermana del lino, 
del botón de los blancos rosales 
y del albo toisón diamantino 
de los tiernos corderos pascuales. 

Rimador de ideal florilegio, 
es de armiño su lírico manto, 
y es el mágico pájaro regio 
que al morir rima el alma en un canto. 

El alado aristócrata muestra 
lises albos en campo de azur, 
y ha sentido en sus plumas la diestra 
de la amable y gentil Pompadour. 

Boga y boga en el lago sonoro 
donde el sueño de los tristes espera, 
donde aguarda una góndola de oro 
a la novia de Luis de Baviera. 

Dad, condesa, a los cisnes cariño; 
dioses son de un país halagüeño, 
y hechos son de perfume, de armiño, 
de luz alba, de seda y de sueño.

 

De nuevo este poema nos quiere mostrar una naturaleza un tanto diferente, que radica en mencionar su belleza haciendo contraste a las mentes de los escepticos, a quienes no les agrade lo bello y quienes dejan que su razón los limite.

Bouquet

 

Un poeta egregio del país de Francia, 
que con versos áureos alabó el amor, 
formó un ramo armónico, lleno de elegancia, 
en su Sinfonía en Blanco Mayor. 

Yo por ti formara, Blanca deliciosa, 
el regalo lírico de un blanco bouquet, 
con la blanca estrella, con la blanca rosa 
que en los bellos parques del azul se ve. 

Hoy que tú celebras tus bodas de nieve 
(tus bodas de virgen con el sueño son), 
todas sus blancuras Primavera llueve 
sobre la blancura de tu corazón. 

Cirios, cirios blancos, blancos, blancos lirios, 
cuello de los cisnes, margarita en flor, 
galas de la espuma, ceras de los cirios 
y estrellas celestes tienen tu color. 

Yo, al enviarte versos, de mi vida arranco 
la flor que te ofrezco, blanco serafín. 
¡Mira cómo mancha tu corpiño blanco 
la más roja rosa que hay en tu jardín!

Ten cuidado al leer este poema, o más bien, se muy obserbador de su gramatica, pues nos menciona una pequeña historia, y esto lo dice claro, sobre un poeta frances, y parece que habla en primera persona pero en realidad cuenta una historia ajena a su vida.

Campoamor

 

Éste del cabello cano, 
como la piel del armiño, 
juntó su candor de niño 
con su experiencia de anciano; 
cuando se tiene en la mano 
un libro de tal varón, 
abeja es cada expresión 
que, volando del papel, 
deja en los labios la miel 
y pica en el corazón.

No hay mucho que decir sobre este poema, pues es muy obvio que habla sobre la edad anciana, y dice que al tener esa edad las personas empiezan a alejarse de los ancianos 

Cancion de carnaval
 
Musa, la máscara apresta, 
ensaya un aire jovial 
y goza y ríe en la fiesta 
del Carnaval. 

Ríe en la danza que gira, 
muestra la pierna rosada, 
y suene, como una lira, 
tu carcajada. 

Para volar más ligera 
ponte dos hojas de rosa, 
como hace tu compañera 
la mariposa. 

Y que en tu boca risueña, 
que se une al alegre coro, 
deje la abeja porteña 
su miel de oro. 

Únete a la mascarada, 
y mientras muequea un clown 
con la faz pintarrajeada 
como Frank Brown; 

mientras Arlequín revela 
que al prisma sus tintes roba 
y aparece Pulchinela 
con su joroba, 

di a Colombina la bella 
lo que de ella pienso yo, 
y descorcha una botella 
para Pierrot. 

Que él te cuente cómo rima 
sus amores con la Luna 
y te haga un poema en una 
pantomima. 

Da al aire la serenata, 
toca el auro bandolín, 
lleva un látigo de plata 
para el spleen. 

Sé lírica y sé bizarra; 
con la cítara sé griega; 
o gaucha, con la guitarra 
de Santos Vega. 

Mueve tu espléndido torso 
por las calles pintorescas, 
y juega y adorna el Corso 
con rosas frescas. 

De perlas riega un tesoro 
de Andrade en el regio nido, 
y en la hopalanda de Guido, 
polvo de oro. 

Penas y duelos olvida, 
canta deleites y amores; 
busca la flor de las flores 
por Florida: 

Con la armonía te encantas 
de las rimas de cristal, 
y deshojas a sus plantas, 
un madrigal. 

Piruetea, baila, inspira 
versos locos y joviales; 
celebre la alegre lira 
los carnavales. 

Sus gritos y sus canciones, 
sus comparsas y sus trajes, 
sus perlas, tintes y encajes 
y pompones. 

Y lleve la rauda brisa, 
sonora, argentina, fresca, 
¡la victoria de tu risa 
funambulesca!

 

Como el titulo dice:"Canción de carnaval" me hace pensar que el poema habla sobre una bailarina de esta fiesta o de lo contrario habría pensado que hablaba de un valette, pero dejando de lado eso, el poema es algo sentimental.

Canción de otoño en primavera
 
Juventud, divino tesoro, 
¡ya te vas para no volver! 
Cuando quiero llorar, no lloro... 
y a veces lloro sin querer... 

Plural ha sido la celeste 
historia de mi corazón. 
Era una dulce niña, en este 
mundo de duelo y de aflicción. 

Miraba como el alba pura; 
sonreía como una flor. 
Era su cabellera obscura 
hecha de noche y de dolor. 

Yo era tímido como un niño. 
Ella, naturalmente, fue, 
para mi amor hecho de armiño, 
Herodías y Salomé... 

Juventud, divino tesoro, 
¡ya te vas para no volver! 
Cuando quiero llorar, no lloro... 
y a veces lloro sin querer... 

Y más consoladora y más 
halagadora y expresiva, 
la otra fue más sensitiva 
cual no pensé encontrar jamás. 

Pues a su continua ternura 
una pasión violenta unía. 
En un peplo de gasa pura 
una bacante se envolvía... 

En sus brazos tomó mi ensueño 
y lo arrulló como a un bebé... 
Y te mató, triste y pequeño, 
falto de luz, falto de fe... 

Juventud, divino tesoro, 
¡te fuiste para no volver! 
Cuando quiero llorar, no lloro... 
y a veces lloro sin querer... 

Otra juzgó que era mi boca 
el estuche de su pasión; 
y que me roería, loca, 
con sus dientes el corazón. 

Poniendo en un amor de exceso 
la mira de su voluntad, 
mientras eran abrazo y beso 
síntesis de la eternidad; 

y de nuestra carne ligera 
imaginar siempre un Edén, 
sin pensar que la Primavera 
y la carne acaban también... 

Juventud, divino tesoro, 
¡ya te vas para no volver! 
Cuando quiero llorar, no lloro... 
y a veces lloro sin querer. 

¡Y las demás! En tantos climas, 
en tantas tierras siempre son, 
si no pretextos de mis rimas 
fantasmas de mi corazón. 

En vano busqué a la princesa 
que estaba triste de esperar. 
La vida es dura. Amarga y pesa. 
¡Ya no hay princesa que cantar! 

Mas a pesar del tiempo terco, 
mi sed de amor no tiene fin; 
con el cabello gris, me acerco 
a los rosales del jardín... 

Juventud, divino tesoro, 
¡ya te vas para no volver! 
Cuando quiero llorar, no lloro... 
y a veces lloro sin querer... 
¡Mas es mía el Alba de oro!



Este poema hace un llamado a la apreciación de la juventud, y a que no se desperdicie en locuras, también trata de presentar el hecho de que cuando se es joven se puede amar, pues me parece que aquí dice mucho sobre el amor hacia una mujer.

Caracol

 

En la playa he encontrado un caracol de oro 
macizo y recamado de las perlas más finas; 
Europa le ha tocado con sus manos divinas 
cuando cruzó las ondas sobre el celeste toro. 

He llevado a mis labios el caracol sonoro 
y he suscitado el eco de las dianas marinas, 
le acerqué a mis oídos y las azules minas 
me han contado en voz baja su secreto tesoro. 

Así la sal me llega de los vientos amargos 
que en sus hinchadas velas sintió la nave Argos 
cuando amaron los astros el sueño de Jasón; 

y oigo un rumor de olas y un incógnito acento 
y un profundo oleaje y un misterioso viento... 
(El caracol la forma tiene de un corazón.)



Me parece que la mayor parte de este poema son metaforas, el caracolse podría decir que es un "TESORO" pero esto depende de que es lo que se aprecia, y al decir que tiene forma de corazón me hace pensar que encontró el amor.

Caso

 

A un cruzado caballero, 
garrido y noble garzón, 
en el palenque guerrero 
le clavaron un acero 
tan cerca del corazón, 

que el físico al contemplarle, 
tras verle y examinarle, 
dijo: «Quedará sin vida 
si se pretende sacarle 
el venablo de la herida». 

Por el dolor congojado, 
triste, débil, desangrado, 
después que tanto sufrió, 
con el acero clavado 
el caballero murió. 

Pues el físico decía 
que, en dicho caso, quien 
una herida tal tenía, 
con el venablo moría, 
sin el venablo también. 

¿No comprendes, Asunción, 
la historia que te he contado, 
la del garrido garzón 
con el acero clavado 
muy cerca del corazón? 

Pues el caso es verdadero; 
yo soy el herido, ingrata, 
y tu amor es el acero: 
¡si me lo quitas, me muero; 
si me lo dejas, me mata

A mi opinión este poema es directo, cuenta una historia que está en forma de metafora, y está dirigida a una mujer (Asunción) la cual le ha causado dolor. Es un poema muy directo y senzato

Amado Nervo

Esta bien

 

Porque contemplo aún albas radiosas 
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas 
en que tiembla el lucero de Belén, 
y hay rosas, muchas rosas, muchas rosas 
gracias, ¡está bien! 

Porque en las tardes, con sutil desmayo, 
piadosamente besa el sol mi sien, 
y aun la transfigura con su rayo: 
gracias, ¡está bien! 

Porque en las noches una voz me nombra 
(¡voz de quien yo me sél), y hay un edén 
escondido en los pliegues de mi sombra: 
gracias, ¡está bienI 

Porque hasta el mal en mí don es del cielo, 
pues que, al minarme va, con rudo celo, 
desmoronando mi prisión también; 
porque se acerca ya mi primer vuelo: 
gracias, ¡está bien!



En esta ocasión creo que el poema se presenta un tanto difernte a los anteriores, este me dejo un sentimiento de vacio, pues me hace sentir que mi vida es una rutina sin cambio, pero luego pienso "así me gusta ami".

Oh cristo

 

«Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor; 
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia 
sin que yo me angustie y llore; 
ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias, 
¡oh Cristo! 

»En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser 
para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya 
sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos, 
¡oh Cristo! 

»¡Qué importan males o bienes! Para mí todos son bienes. 
El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas. 
¿Rosas de Pasión? ¡Qué importa! Rosas de celeste esencia, 
purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros, 
¡oh Cristo!»

 

Creo que aquí el autor intenta ponerse en el lugar de Cristo, pues dice varias cosas que yo he escuchado antes en lugares religiosos, y deja un sentimiento que no se puede describir ya que ni siquiera lo conozco.

A Kempiz

 

Ha muchos años que busco el yermo, 
ha muchos años que vivo triste, 
ha muchos años que estoy enfermo, 
¡y es por el libro que tú escribiste! 

¡Oh Kempis, antes de leerte amaba 
la luz, las vegas, el mar Océano; 
mas tú dijiste que todo acaba, 
que todo muere, que todo es vano! 

Antes, llevado de mis antojos, 
besé los labios que al beso invitan, 
las rubias trenzas, los grandes ojos, 
¡sin acordarme que se marchitan! 

Mas como afirman doctores graves, 
que tú, maestro, citas y nombras, 
que el hombre pasa como las naves, 
como las nubes, como las sombras... 

huyo de todo terreno lazo, 
ningún cariño mi mente alegra, 
y con tu libro bajo del brazo 
voy recorriendo la noche negra... 

¡Oh Kempis, Kempis, asceta yermo, 
pálido asceta, qué mal me hiciste! 
¡Ha muchos años que estoy enfermo, 
y es por el libro que tú escribiste!

Parece que aquí el libro mencionado hace referencia a una mujer, que como ya he dicho antes, ha lastimado o causado dolor al que escribe el poema.

A Leonor

 

Tu cabellera es negra como el ala 
del misterio; tan negra como un lóbrego 
jamás, como un adiós, como un «¡quién sabe!» 
Pero hay algo más negro aún: ¡tus ojos! 

Tus ojos son dos magos pensativos, 
dos esfinges que duermen en la sombra, 
dos enigmas muy bellos... Pero hay algo, 
pero hay algo más bello aún: tu boca. 

Tu boca, ¡oh sí!; tu boca, hecha divinamente 
para el amor, para la cálida 
comunión del amor, tu boca joven; 
pero hay algo mejor aún: ¡tu alma! 

Tu alma recogida, silenciosa, 
de piedades tan hondas como el piélago, 
de ternuras tan hondas... 
Pero hay algo, 
pero hay algo más hondo aún: ¡tu ensueño!

Creo que este texto es muy claro, describe a la que es la dueña de su amor, de sus sueños y esperanzas, y claro trata que el que lea el poema se figure a una persona muy bella, muy hermosa.

A una francesa

 

El mal, que en sus recursos es proficuo, 
jamás en vil parodia tuvo empachos: 
Mefistófeles es un cristo oblicuo 
que lleva retorcidos los mostachos. 

Y tú, que eres unciosa como un ruego 
y sin mácula y simple como un nardo, 
tienes trágica crin dorada a fuego 
y amarillas pupilas de leopardo.

Aquí, lo que yo puedo comentar es que tal vez se refiera a que la maldad te ataca vilmente y que no podrás huír de él, dice que el mal es esa persona y que le ataca como como un leopardo.

Amiga

 

Amiga, mi larario esta vacío: 
desde que el fuego del hogar no arde, 
nuestros dioses huyeron ante el frío; 
hoy preside en sus tronos el hastío 
las nupcias del silencio y de la tarde. 

El tiempo destructor no en vano pasa; 
los aleros del patio están en ruinas; 
ya no forman allí su leve casa, 
con paredes convexas de argamasa 
y tapiz del plumón, las golondrinas. 

¡Qué silencio el del piano! Su gemido 
ya no vibra en los ámbitos desiertos; 
los nocturnos y scherzos han huido... 
¡Pobre jaula sin aves! ¡Pobre nido! 
¡Misterioso ataúd de trinos muertos! 

¡Ah, si vieras tu huerto! Ya no hay rosas, 
ni lirios, ni libélulas de seda, 
ni cocuyos de luz, ni mariposas... 
Tiemblan las ramas del rosal, medrosas; 
el viento sopla, la hojarasca rueda. 

Amiga, tu mansión está desierta; 
el musgo verdinegro que decora 
los dinteles ruinosos de la puerta, 
parece una inscripción que dice: ¡Muerta! 
El cierzo pasa, y suspirando: ¡Llora!

 

Al parecer, aquí se menciona y se describe lo bello de la amistad, este poema tiene una confesión entre amigos y al mismo tiempo arrepentimiento de uno hacia otro como si algo malo hubiera pasado, y como si no se hubieran visto en un largo tiempo,

Autobiografía

 

¿Versos autobiográficos ? Ahí están mis canciones, 
allí están mis poemas: yo, como las naciones 
venturosas, y a ejemplo de la mujer honrada, 
no tengo historia: nunca me ha sucedido nada, 
¡oh, noble amiga ignota!, que pudiera contarte. 

Allá en mis años mozos adiviné del Arte 
la armonía y el ritmo, caros al musageta, 
y, pudiendo ser rico, preferí ser poeta. 
-¿Y después? 

-He sufrido, como todos, y he amado. 

¿Mucho? 

-Lo suficiente para ser perdonado...

Este poma me hace reflexionar un poco, parece hablar sobre las desiciones que tomó en el pasado y que no se arrepiente de nada, aunque le hubira cambiado la vida según él.

Azrael

 

Azrael, abre tu ala negra, y honda, 
cobíjeme su palio sin medida, 
y que a su abrigo bienechor se esconda 
la incurable tristeza de mi vida. 

Azrael, ángel bíblico, ángel fuerte, 
ángel de redención, ángel sombrío, 
ya es tiempo que consagres a la muerte 
mi cerebro sin luz: altar vacío... 

Azrael, mi esperanza es una enferma; 
ya tramonta mi fe; llegó el ocaso, 
ven, ahora es preciso que yo duerma... 
¿Morir..., dormir..., dormir...? ¡Soñar acaso!

Para mí este poema parece más un rezo, pues así es como yo conozco este tipo de gramática, y me parece bueno  de cierto modo, pues así el autor se expresa plenamente

Los niños martires
 
¿Como renuevos cuyos aliños 
un cierzo helado destruye en flor 
así cayeron los héroes niños 
ante las balas del invasor. 

¿Fugaz como un sueño, el plazo 
fue, de su infancia ideal; 
mas los durmió en su regazo 
la Gloria, madre inmortal. 

Pronto la patria querida 
sus vidas necesitó, 
y uno tras otro la vida 
sonriendo le entregó. 

En la risueña colina 
del Bosque, uno de otro en pos 
cayeron, con la divina 
majestad de un joven dios. 

¿Quién, después que de tan pía 
oblación contar oyó, 
a la Patria negaría 
la sangre que ella le dio? 

Niñez que hallaste un calvario 
de la vida en el albor: 
que te sirva de sudario 
la bandera tricolor. 

Y que canten tus hazañas 
cielo y tierra sin cesar, 
el cóndor de las montañas 
y las ondas de la mar...

 

Este poema está describiendo una historia que muchos conocemos, una batalla en el castillo de chapultepec, sobre los niños heroes y de como defendieron la bandera entonces.

El primer beso

 

Yo ya me despedía.... y palpitante 
cerca mi labio de tus labios rojos, 
«Hasta mañana», susurraste; 
yo te miré a los ojos un instante 
y tú cerraste sin pensar los ojos 
y te di el primer beso: alcé la frente 
iluminado por mi dicha cierta. 

Salí a la calle alborozadamente 
mientras tu te asomabas a la puerta 
mirándome encendida y sonriente. 
Volví la cara en dulce arrobamiento, 
y sin dejarte de mirar siquiera, 
salté a un tranvía en raudo movimiento; 
y me quedé mirándote un momento 
y sonriendo con el alma entera, 
y aún más te sonreí... Y en el tranvía 
a un ansioso, sarcástico y curioso, 
que nos miró a los dos con ironía, 
le dije poniéndome dichoso: 
-«Perdóneme, Señor esta alegría.»

Vaya, este poema tiene un toque de ternura, pues te hace sentir lo que el autor sintió en ese momento, así que esto le da una gran mejoría al sentido del poema.

Salvador Díaz Mirón

A Glroria
 
No intentes convencerme de torpeza
con los delirios de tu mente loca:
mi razón es al par luz y firmeza,
firmeza y luz como el cristal de roca.

Semejante al nocturno peregrino,
mi esperanza inmortal no mira el suelo;
no viendo más que sombra en el camino,
sólo contempla el esplendor del cielo.

Vanas son las imágenes que entraña
tu espíritu infantil, santuario oscuro.
Tu numen, como el oro en la montaña,
es virginal y, por lo mismo, impuro.

A través de este vórtice que crispa,
y ávido de brillar, vuelo o me arrastro,
oruga enamorada de una chispa
o águila seducida por un astro.

Inútil es que con tenaz murmullo
exageres el lance en que me enredo:
yo soy altivo, y el que alienta orgullo
lleva un broquel impenetrable al miedo.

Fiando en el instinto que me empuja,
desprecio los peligros que señalas.
«El ave canta aunque la rama cruja,
como que sabe lo que son sus alas».

Erguido bajo el golpe en la porfía,
me siento superior a la victoria.
Tengo fe en mí; la adversidad podría,
quitarme el triunfo, pero no la gloria.

¡Deja que me persigan los abyectos!
¡Quiero atraer la envidia aunque me abrume!
La flor en que se posan los insectos
es rica de matiz y de perfume.

El mal es el teatro en cuyo foro
la virtud, esa trágica, descuella;
es la sibila de palabra de oro,
la sombra que hace resaltar la estrella.

¡Alumbrar es arder! ¡Estro encendido
será el fuego voraz que me consuma!
La perla brota del molusco herido
y Venus nace de la amarga espuma.

Los claros timbres de que estoy ufano
han de salir de la calumnia ilesos.
Hay plumajes que cruzan el pantano
y no se manchan... ¡Mi plumaje es de esos!

¡Fuerza es que sufra mi pasión! La palma
crece en la orilla que el oleaje azota.
El mérito es el náufrago del alma:
vivo, se hunde; pero muerto, ¡flota!

¡Depón el ceño y que tu voz me arrulle!
¡Consuela el corazón del que te ama!
Dios dijo al agua del torrente: ¡bulle!;
y al lirio de la margen: ¡embalsama!

¡Confórmate, mujer! Hemos venido
a este valle de lágrimas que abate,
tú, como la paloma, para el nido,
y yo, como el león, para el combate.

 

Esto es un poco confuso pues, dice que una mujer loca intenta persuadirlo de un combate tonto, pero me parece ver que el quiere a esta mujer y que la aprecia fantasticamente.

A Margarita

 

¡Qué radiosa es tu faz blanca y tranquila
bajo el dosel de tu melena blonda!
¡Qué abismo tan profundo tu pupila,
pérfida y azulada como la onda!

El fulgor soñoliento que destella
en tus ojos donde hay siempre un reproche
viene cual la mirada de la estrella
de un cielo ennegrecido por la noche.

Tu rojo labio en que la abeja sacia
su sed de miel, de aroma y embeleso,
ha sido modelada por la gracia
más para la oración que para el beso.

Tu voz que ora es aguda y ora grave,
llena de gratitud suena en mi oído,
como el saludo arrullador del ave
al sol naciente que despierta el nido.

De nuevo, en este poema se describe a una persona que es bella, o hermosa, y que como a muchos, le cautiva perdidamente en un sueño eterno y que le causa un placer.

Cintas de sol

 

La joven madre perdió a su hijo,
se ha vuelto loca y está en su lecho.
Eleva un brazo, descubre un pecho,
suma las líneas de un enredijo.

El dedo en alto y el ojo fijo,
cuenta las curvas que ornan el techo
y muestra un rubro pezón, derecho
como en espasmo y ardor de rijo.

En la vidriera, cortina rala,
tensa y purpúrea cierne curiosa
lumbre, que tiñe su tenue gala.

¡Y roja lengua cae y se posa,
y con delicia treme y resbala
en el erecto botón de rosa!

Este poema es confuso en su totalidad, pues no logro captar el mensaje que conlleva, solo logra entender el sentimiento de preocupación en el amnebte del poema, pero lo demás está un poca revuelto en mi cabeza.

Deseos

 

Yo quisiera salvar esa distancia
ese abismo fatal que nos divide,
y embriagarme de amor con la fragancia
mística y pura que tu ser despide.

Yo quisiera ser uno de los lazos
con que decoras tus radiantes sienes;
yo quisiera en el cielo de tus brazos
beber la gloria que en los labios tienes.

Yo quisiera ser agua y que en mis olas,
que en mis olas vinieras a bañarte,
para poder, como lo sueño a solas,
¡a un mismo tiempo por doquier besarte!

Yo quisiera ser lino y en tu lecho,
allá en la sombra, con ardor cubrirte,
temblar con los temblores de tu pecho
¡y morir de placer al comprimirte!

¡Oh, yo quisiera mucho más! ¡Quisiera
llevarte en mí como la nube al fuego,
mas no como la nube en su carrera
para estallar y separarse luego!

Yo quisiera en mí mismo confundirte,
confundirte en mí mismo y entrañarte;
yo quisiera en perfume convertirte,
¡convertirte en perfume y aspirarte!

¡Aspirarte en un soplo como esencia,
y unir a mis latidos tus latidos,
y unir a mi existencia tu existencia,
y unir a mis sentidos tus sentidos!

¡Aspirarte en un soplo del ambiente,
y así verte sobre mi vida en calma,
toda la llama de tu pecho ardiente
y todo el éter del azul de tu alma!

Aspirarte, mujer... De ti llamarme,
y en ciego, y sordo, y mudo constituirme,
y en ciego, y sordo, y mudo consagrarme
al deleite supremo de sentirte
¡y a la dicha suprema de adorarte!

Este poema capta el sentimiento de "deseo" pues practicamente solo dice "deseo ser, deseo ver, deseo tener", pero es obvio que desea el amor de una mujer, pues estas descripciones solo las hace un enamorado.

Las parias

 

Allá en el claro, cerca del monte
bajo una higuera como un dosel,
hubo una choza donde habitaba
una familia que ya no es.
El padre, muerto; la madre, muerta;
los cuatro niños muertos también:
él, de fatiga; ella de angustia;
¡ellos de frío, de hambre y de sed!

Ha mucho tiempo que fui al bohío
y me parece que ha sido ayer.
¡Desventurados! Allí sufrían
ansia sin tregua, tortura cruel.
Y en vano alzando los turbios ojos,
te preguntaban, Señor, ¿por qué?
¡Y recurrían a tu alta gracia
dispensadora de todo bien!

¡Oh Dios! Las gentes sencillas rinden
culto a tu nombre y a tu poder:
a ti demandan favores lo pobres,
a ti los tristes piden merced;
mas como el ruego resulta inútil
pienso que un día —pronto tal vez—
no habrá miserias que se arrodillen,
¡no habrá dolores que tengan fe!

Rota la brida, tenaz la fusta,
libre el espacio ¿qué hará el corcel?
La inopia vive sin un halago,
sin un consuelo, sin un placer.
¡Sobre los fangos y los abrojos
en que revuelca su desnudez,
cría querubes para el presidio
y serafines para el burdel!

El proletario levanta el muro,
practica el túnel, mueve el taller;
cultiva el campo, calienta el horno,
paga el tributo, carga el broquel;
y en la batalla sangrienta y grande,
blandiendo el hierro por patria o rey,
enseña al prócer con noble orgullo
¡cómo se cumple con el deber!

Mas, ¡ay! ¿qué logra con su heroísmo?
¿Cuál es el premio, cuál su laurel?
El desdichado recoge ortigas
y apura el cáliz hasta la hez.
Leproso, mustio, deforme, airado
soporta apenas la dura ley,
y cuando pasa sin ver al cielo
¡la tierra tiembla bajo sus pies!

 

Me parece que este poema como he dicho antes, cuenta una historia triste, con muertos y depresión, pero bueno, el modernismo se basaba en este tipo de narraciones y poemas, así que este poema es adecuado a la epoca

Mística

 

Si en tus jardines, cuando yo muera,
cuando yo muera, brota una flor;
si en un celaje ves un lucero,
ves un lucero que nadie vio;
y llega una ave que te murmura,
que te murmura con dulce voz,
abriendo el pico sobre tus labios,
lo que en un tiempo te dije yo:
aquel celaje y el ave aquella,
y aquel lucero y aquella flor
serán mi vida, que ha transformado,
que ha transformado la ley de Dios.

Serán mis fibras con otro aspecto,
ala y corola y ascua y vapor;
mis pensamientos transfigurados,
perfume y éter y arrullo y sol.
Soy un cadáver ¿cuándo me entierran?
Soy un viajero ¿cuándo me voy?
Soy una larva que se transforma
¿cuándo se cumple la ley de Dios
y soy entonces, mi blanca niña,
celaje y ave, lucero y flor?

Este poema hace una alusión a lo que se debe esperar despues de la muerte, y de que no hay que extrañar a los que se van, sino hay que recordarlos con cariño.

Musica fúnebre

 

Mi corazón percibe, sueña y presume.
Y como envuelta en oro tejido en gasa,
la tristeza de Verdi suspira y pasa
en la cadencia fina como un perfume.

Y frío de alta zona hiela y entume;
y luz de sol poniente colora y rasa:
y fe de gloria empírea pugna y fracasa,
¡como en ensayos torpes un ala implume!

El sublime concierto llena la casa;
y en medio de la sorda y estulta masa,
mi corazón percibe, suena y presume.

Y como envuelta en oro tejido en gasa,
la tristeza de Verdi suspira y pasa
en la cadencia fina como un perfume.

Esta vez se describe un evento, que tiene que pasar a todos alguna vez, y que no debe asustarnos por raros motivos.

Ojitos verdes

 

 

Ojos que nunca me veis,
por recelo o por decoro,
ojos de esmeralda y oro,
fuerza es que me contempléis;
quiero que me consoléis
hermosos ojos que adoro;
¡estoy triste y os imploro
puesta en tierra la rodilla!
¡Piedad para el que se humilla,
ojos de esmeralda y oro!

Ojos en que reverbera
la estrella crepuscular,
ojos verdes como el mar,
como el mar por la ribera,
ojos de lumbre hechicera
que ignoráis lo que es llorar,
¡glorificad mi penar!
¡No me desoléis así!
¡Tened compasión de mí!
¡Ojos verdes como el mar!

Ojos cuyo amor anhelo
porque alegra cuanto alcanza,
ojos color de esperanza,
con lejanías de cielo:
ojos que a través del velo
radian bienaventuranza,
mi alma a vosotros se lanza
en alas de la embriaguez,
miradme una sola vez,
ojos color de esperanza.

Cese ya vuestro desvío,
ojos que me dais congojas;
ojos con aspecto de hojas
empapadas de rocío.
Húmedo esplendor de río
que por esquivo me enojas.
Luz que la del sol sonrojas
y cuyos toques son besos,
derrámate en mí por esos
ojos con aspecto de hojas.

En este poema, puedo notar el enamoramiento perdido. Es un poema muy padre y me gusta mucho. Hermoso poema que delata el sentimiento que tengo hacia una chica que miro desde lejos

 

Paquito

 


Cubierto de jiras,

al ábrego hirsutas
al par que las mechas
crecidas y rubias,
el pobre chiquillo
se postra en la tumba,
y en voz de sollozos
revienta y murmura:
«Mamá, soy Paquito;
no haré travesuras».

Y un cielo impasible
despliega su curva.

«¡Qué bien que me acuerdo!
La tarde de lluvia;
las velas grandotas
que olían a curas;
y tú en aquel catre
tan tiesa, tan muda,
tan fría, tan seria,
y así tan rechula!
Mamá, soy Paquito;
no haré travesuras».

Y un cielo impasible
despliega su curva.

«Buscando comida,
revuelvo basura.
Si pido limosna,
la gente me insulta,
me agarra la oreja,
me dice granuja,
y escapo con miedo
de que haya denuncia.
Mamá, soy Paquito;
no haré travesuras».

Y un cielo impasible
despliega su curva.

«Los otros muchachos
se ríen, se burlan,
se meten conmigo,
y a poco me acusan
de pleito al gendarme
que viene a la bulla;
y todo, porque ando
con tiras y sucias.
Mamá, soy Paquito;
no haré travesuras».

Y un cielo impasible
despliega su curva.

«Me acuesto en rincones
solito y a obscuras.
De noche, ya sabes,
los ruidos me asustan.
Los perros divisan
espantos y aúllan.
Las ratas me muerden,
las piedras me punzan...
Mamá, soy Paquito;
no haré travesuras».

Y un cielo impasible
despliega su curva.

«Papá no me quiere.
Está donde juzga
y riñe a los hombres
que tienen la culpa.
Si voy a buscarlo,
él bota la pluma,
se pone muy bravo,
me ofrece una tunda.
Mamá, soy Paquito;
no haré travesuras».

Y un cielo impasible
despliega su curva.

ES UN POEMA HERMOSO....QUE HACE QUE REFLEXIONES ACERCA DE LO MAS HERMOSO QUE TENENEMOS EN ESTE MUNDO NUESTRA MADRE...APROVECHEN A SU MADRE MIENTRAS LA TENGAN POR QUE ES DIFICIL NO TENERLA....

Gutierrez Nájera

FRENTE A FRENTE

Oigo el crujir de tu traje,
turba tu paso el silencio,
pasas mis hombros rozando
y yo a tu lado me siento.
Eres la misma: tu talle,
como las palmas, esbelto,
negros y ardientes los ojos,
blondo y rizado el cabello;
blando acaricia mi rostro
como un suspiro tu aliento;
me hablas como antes me hablabas,
yo te respondo muy quedo,
y algunas veces tus manos
entre mis manos estrecho.
¡Nada ha cambiado: tus ojos
siempre me miran serenos,
como a un hermano me buscas,
como a una hermana te encuentro!
¡Nada ha cambiado: la luna
deslizando su reflejo
a través de las cortinas
de los balcones abiertos;
allí el piano en que tocas,
allí el velador chinesco
y allí tu sombra, mi vida,
en el cristal del espejo.
Todo lo mismo: me miro,
pero al mirarte no tiemblo,
cuando me miras no sueño.
Todo lo mismo, peor algo
dentro de mi alma se ha muerto.
¿Por qué no sufro como antes?
¿Por qué, mi bien, no te quiero?

Estoy muy triste; si vieras,
desde que ya no te quiero
siempre que escucho campanas
digo que tocan a muerto.
Tú no me amabas pero algo
daba esperanza a mi pecho,
y cuando yo me dormía
tú me besabas durmiendo.
Ya no te miro como antes,
ya por las noches no sueño,
ni te esconden vaporosas 
las cortinas de mi lecho.
Antes de noche venías
destrenzando tu cabello,
blanca tu bata flotante,
tiernos tus ojos de cielo;
lámpara opaca en la mano,
negro collar en el cuello,
dulce sonrisa en los labios
y un azahar en el pecho.
Hoy no me agito si te hablo
ni te contemplo si duermo,
ya no se esconde tu imagen
en las cortinas del techo.

Ayer vi a a un niño en la cuna;
estaba el niño durmiendo,
sus manecitas muy blancas,
muy rizado su cabello.
No sé por qué, pero al verle
vino otra vez tu recuerdo,
y al pensar que no me amaste,
sollozando le di un beso.
Luego, por no despertarle,
me alejé quedo, muy quedo.
¡Qué triste que estaba el alma!
¡Qué triste que estaba el cielo!
Volví a mi casa llorando,
me arrojé luego en el lecho.
Todo estaba solitario,
Todo muy negro, muy negro.
Como una tumba mi alcoba,
la tarde tenue muriendo,
mi corazón con el frío.
Busqué la flor que me diste
una mañana en tu huerto
y con mis manos convulsas
la apreté contra mi pecho;
miré luego en torno mío
y la sombra me dio miedo...
Perdóname, si, perdóname,
¡no te quiero, no te quiero!

De nuevo, este poema delata el amor de quie escribe el poema, hacia la que es su amada.

LA SERENATA DE SCHUBERT

¡Oh, qué dulce canción! Límpida brota
Esparciendo sus blandas armonías,
Y parece que lleva en cada nota
¡Muchas tristezas y ternuras mías!

¡Así hablara mi alma... si pudiera!
Así dentro del seno,
Se quejan, nunca oídos, mis dolores!
Así, en mis luchas, de congoja lleno,
Digo a la vida: -¡Déjame ser bueno!
-Así solllozan todos mis amores!

¿De quién es esa voz? Parece alzarse 
Junto del lago azul, noche quieta,
Subir por el espacio, y desgranarse
Al tocar el cristal de la ventana
Que entreabre la novia del poeta...
¿No la oís como dice: "hasta mañana"?

¡Hasta mañana, amor! El bosque espeso
Cruza, cantando, el venturoso amante,
Y el eco vago de su voz distante
Decir parece: "hasta mañana, beso!"

¿Por qué es preciso que la dicha acabe?
¿Por qué la novia queda en la ventana.
Y a la nota que dice: "¡Hasta mañana!"
El corazón responde: "¿quién lo sabe?"

¡Cuántos cisnes jugando en la laguna!
¡Qué azules brincan las traviesas olas!
En el sereno ambiente ¡cuánta luna!
Mas las almas ¡qué tristes y qué solas!

En las ondas de plata 
De la atmósfera tibia y transparente,
Como una Ofelia náufraga y doliente,
¡Va flotando la tierna serenata...!

Hay ternura y dolor en ese canto,
Y tiene esa amorosa despedida
La transparencia nítida del llanto,
¡Y la inmensa tristeza de la vida!

¿Qué tienen esas notas? ¿Por qué lloran?
Parecen ilusiones que se alejan...
Sueños amantes que piedad imploran,
Y como niños huerfanos, ¡se quejan!

Bien sabe el trovador cuán inhumana
Ara todos los buenos es la suerte...
Que la dicha es de ayer... y que "mañana"
Es el dolor, la obscuridad, !la muerte!

El alma se compunge y estremece
Al oír esas notas sollozadas...
¡Sentimos, recordamos, y parece
Que surgen muchas cosas olvidadas!

¡Un peinador muy blanco y un piano!
Noche de luna y de silencio agfuera...
Un volumen de versos en mi mano,
Y en el aire ¡y en todo! ¡primavera!

¡Qué olor de rosas grescas! en la alfombra
¡Qué claridad de luna! ¡qué reflejos!
...¡Cuántos besos dormidos en la sombra,
Y la muerte, la pálida, qué lejos!

En torno al velador, niños jugando...
La anciana, que en silencio nos veía...
Schubert en su piano sollozando,
Y en mi libro, Musset con su "Lucía".

¡Cuántos sueños en mi alma y en tu alma!
¡Cuántos hermosos versos! ¡cuántas flores!
En tu hogar apacible ¡cuánta calma!
Y en mi pecho ¡qué inmensa sed de amores!

¡Y todo ya muy lejos! ¡todo ido!
¿En dónde está la rubia soñadora?
...¡Hay muchas aves muertas en el nido,
Y vierte muchas lágrimas la aurora!

...Todo lo vuelvo a ver... ¡pero no existe!
Todo ha pasado ahora... !y no lo creo!
Todo está silencioso, todo triste...
¡Y todo alegre, como entonces, veo!

...Esta es la casa... ¡su ventana aquélla!
Ese, el sillón en que bordar solía...
La reja verde... y la apacible estrella
Que mis nocturnas pláticas oía!

Bajo el cedro robusto y arrogante,
Que allí domina la calleja obscura,
Por la primera vez y palpitante
Estreché con mis brazos, su cintura!

¡Todo presente en mi memoria queda!
La casa blanca, y el follaje espeso...
El lago azul... el huerto... la arboleda,
Donde nos dimos, sin pensarlo, un beso!

Y te busco, cual antes te buscaba,
Y me parece oírte entre las flores,
Cuando la arena del jardín rozaba
El percal de tus blancos peinadores!

¡Y nada existe ya! Calló el piano...
Cerraste, virgencita, la ventana...
Y oprimiendo mi mano con tu mano,
Me dijiste también: "¡hasta mañana!"

¡Hasta mañana!... Y el amor risueño
No pudo en tu camino detenerte!...
Y lo que tú pensaste que era el sueño,
Fue sueño, ¡pero inmenso! ¡el de la muerte!

Me parece que este es otro de esos poemas que promete amor eterno y que durará hasta despues de la muerte.

NON OMNIS MORIAN

¡No moriré del todo, amiga mía!
De mi ondulante espíritu disperso,
algo en la urna diáfana del verso,
piadosa guardará la poesía.

¡No moriré del todo! Cuando herido
caiga a los golpes del dolor humano,
ligera tú, del campo entenebrido
levantarás al moribundo hermano.

Tal vez entonces por la boca inerme
que muda aspira la infinita calma,
oigas la voz de todo lo que duerme
con los ojos abiertos de mi alma!

Hondos recuerdos de fugaces días,
ternezas tristes que suspiran solas;
pálidas, enfermizas alegrías
sollozando al compás de las violas...

Todo lo que medroso oculta el hombre
se escapará, vibrante, del poeta,
en áureo ritmo de oración secreta
que invoque en cada cláusula tu nombre.

Y acaso adviertas que de modo extraño
suenan mis versos en tu oído atento,
y en el cristal, que con mi soplo empaño,
mires aparecer mi pensamiento.

Al ver entonces lo que yo soñaba,
dirás de mi errabunda poesía:
era triste, vulgar lo que cantaba...
mas, ¡qué canción tan bella la que oía!

Y porque alzo en tu recuerdo notas
del coro universal, vívido y almo;
y porque brillan lágrimas ignotas
en el amargo cáliz de mi salmo;

porque existe la Santa Poesía
y en ella irradias tú, mientras disperso
átomo de mi ser esconda el verso,
¡no moriré del todo, amada mía!

Este poema parece haber sido escrito por alguien a quien le cuesta trabajo expresar sus sentimientos abiertamente, y que prefiere escribir cosas extrañas en papeles.

LA DUQUESA JOB

En dulce charla de sobremesa,
mientras devoro fresa tras fresa
y abajo ronca tu perro "Bob",
te haré el retrato de la duquesa
que adora a veces al duque Job.

No es la condesa de Villasana
caricatura, ni la poblana
de enagua roja, que Prieto amó
No es la criadita de pies nudosos,
ni la que sueña con los gomosos
y con los gallos de Micoló.

Mi duquesita, la que me adora,
no tiene humos de gran señora.
Es la griseta de Paul de Cock.
No baila bostón y desconoce
de las carreras el alto goce,
y los placeres del five o'clock.

Pero ni el sueño de algún poeta,
ni los querubes que vió Jacob,
fueron tan bellos cual la coqueta
de ojitos verdes, rubia griseta
que adora a veces al duque Job.

Si pisa alfombras no es en su casa;
si por Plateros alegre pasa
y la saluda Madam Marnat,
no es, sin disputa, porque la vista,
si porque a casa de otra modista
desde temprano rápida va.

No tiene alhajas mi duquesita,
pero es tan guapa y es tan bonita
y tiene un perro tan v'lan, tan pschutt,
de tal manera trasciende a Francia
que no la igualan en elegancia
ni la clientela de Hélene Kossut.

Desde las puertas de la Sorpresa
hasta la esquina del Jockey Club,
no hay española, yanqui o francesa,
ni más bonita ni mas traviesa
que la duquesa del duque Job.

¡Cómo resuena su taconeo
en las baldosas! ¡Con qué meneo
luce su talle de tentación!
¡Con qué airecito de aristocracia
mira a los hombres, y con qué gracia
frunce los labios - ¡Mimí Pinsón!

Si alguien la alcanza, si la requiebra,
ella, ligera como una cebra,
sigue camino del almacén;
pero, ¡ay del tuno si alarga el brazo!
Nadie se salva del sombrillazo
que le descarga sobre la sien!

¡No hay en el mundo mujer más linda!
Pie de andaluza, boca de guinda,
sprint rociado de Veuve Clicquot
talle de avispa, cutis de ala,
ojos traviesos de colegiala
como los ojos de Louise Theo.

Agil, nerviosa, blanca, delgada,
media de seda bien restirada,
gola de encaje, corsé de "¡crac",
nariz pequeña, garbosa, cuca,
y palpitantes sobre la nuca
rizos tan rubios como el coñac.

Sus ojos verdes bailan el tango;
nada hay más bello que el arremango
provocativo de su nariz.
Por ser tan joven y tan bonita,
cual mi sedosa, blanca gatita,
diera sus pajes la emperatriz.

¡Ah! Tú no has visto cuando se peina,
sobre sus hombros de rosa reina
caer los rizos en profusión.
Tú no has oído qué alegre canta
mientras sus brazos y su garganta
de fresca espuma cubre el jabón.

Y los domingos, ¡con qué alegría!,
oye en su lecho bullir el día
y hasta las nueve quieta se está!
¡Cuál se acurruca la perezosa
bajo la colcha color de rosa,
mientras a misa la criada va!

La breve cofia de blanco encaje
cubre sus rizos, el limpio traje
aguarda encima del canapé.
Altas, lustrosas y pequeñitas,
sus puntas muestran las dos botitas,
abandonadas del catre al pie,

Después, ligera, del lecho brinca,
¡oh quién la viera cuando se hinca
blanca y esbelta sobre el colchón!
¿Que valen junto de tanta gracia
las niñas ricas, la aristocracia,
ni mis amigas del cotillón?

Toco; se viste; me abre; almorzamos;
con apetito los dos tomamos
un par de huevos y un buen beefsteak,
media botella de rico vino,
y en coche, juntos, vamos camino
del pintoresco Chapultepec.

Desde las puertas de la Sorpresa
hasta la esquina del Jockey Club
no hay española, yanqui o francesa,
ni más bonita ni mas traviesa
que la duquesa del duque Job.

Me he logrado identificar con este poema, pues habla sobre esos amores eternos pero imposibles, en los que la chica nunca te quiere y rechaza todo esfuerzo que haces por ella.

PARA ENTONCES

Quiero morir cuando decline el día
en alta mar y con la cara al cielo,
donde parezca sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.

No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni pelgarias sollozantes
que el majestuoso tumbo de las olas.

Morir cuando la luz, retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.

Morir, y joven; antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: "Soy tuya",
aunque, sepamos bien que nos traiciona.

Creo que este poema tiene toques de futurismo y pesimismo no muy acertado a la epoca en que se escribía

MARIPOSAS

Ora blancas cual copos de nieve,
ora negras, azules o rojas,
en miríadas esmaltan el aire
y en los pétalos frescos retozan.
Leves saltan del cáliz abierto,
como prófugas almas de rosas
y con gracia gentil se columpian
en sus verdes hamacas de hojas.
Una chispa de luz les da vida
y una gota al caer las ahoga;
aparecen al claro del día,
y ya muertas las halla la sombra.

¿Quién conoce sus nidos ocultos?
¿En qué sitio de noche reposan?
¡Las coquetas no tienen morada!...
¡Las volubles no tienen alcoba!...
Nacen, aman, y brillan y mueren,
En el aire, al morir se transforman,
y se van sin dejarnos su huella,
cual de tenue llovizna las gotas.
Tal vez unas en flores se truecan,
y llamadas al cielo las otras,
con millones de alitas compactas
el arco iris espléndido forman.
Vagabundas, ¿en dónde está el nido?
Sulanita, ¿qué harén te aprisiona?
¿A qué amante prefieres, coqueta?
¿En qué tumbas dormís, mariposas?

¡Así vuelan y pasan y expiran
las quimeras de amor y de gloria,
esas alas brillantesdel alma,
ora blancas, azules o rojas!
¿Quién conoce en qué sitio os perdisteis,
ilusiones que sois mariposas?
¡Cuán ligero voló vuestro enjambre
al caer en el alma la sombra!
Tú, la blanca, ¿por qué ya no vienes?
¿No eres fresco azahar de mi novia?
te formé con un grumo del cirio
que de niño llevé a la parroquia;
eres casta, creyente, sencilla,
y al posarte temblando en mi boca
murmurabas, heraldo de goces,
"¡Ya está cerca tu noche de bodas!"

¡Ya no viene la blanca la buena!
¡Ya no viene tampoco la roja,
la que en sangre teñí, beso vivo,
al morder unos labios de rosa!
Ni la azul que me dijo: ¡poeta!
¡Ni la de oro, promesa de gloria!
¡Es de noche... ya no hay mariposas!
¡Ha caído la tarde en el alma!
Encended ese cirio amarillo...
¡Las que tienen las alas muy negras
Ya vendrán en tumulto las otras,
y se acercan en fúnebre ronda!
¡Compañeras, la pieza está sola!
Si por mi alma os habéis enlutado,
¡Venid pronto, venid mariposas!

Esta parte del poema me recuerda a la canción "Y las mariposas" pues es casí identico a esta, pero creo que este poema tiene más sentimiento

PARA EL CORPIÑO

Las campánulas hermosas,
¿sabes tú qué significan?
Son campanas que repican
en las nupcias de las rosas.
-Las campánulas hermosas
son campanas que repican.

¿Ves qué rojas son las fresas?
Y más rojas si las besas...
¿Por qué es rojo su color?
Esas fresas tan suaves
son la sangre de las aves
que asesina el cazador.

Las violetas pudorosas,
en sus hojas escondidas,
las violetas misteriosas
son luciérnagas dormidas.
¿Ves mil luces cintilantes
tan brillantes cual coquetas,
nunca fijas, siempre errantes?
¡es que vuelan las violetas!
La amapola ya es casada;
cada mirto es un herido;
la gardenia inmaculada
en la blanca desposada
esperando al prometido.
Cuando flores tú me pides
y te mando "no me olvides".
y esas flores pequeñitas
que mi casto amor prefiere,
a las blancas margaritas
les preguntan; "¿No lo quiere?"
"¡No me olvides!" Frescas flores
te prodigan sus aromas
y en tus hombros seductores
se detienen las palomas.
¡No hay invierno! ¡No hay tristeza!
Con amor, Naturaleza
todo agita, todo mueve...,
luz difunde, siembra vidas...
¿Ves los copos dela nieve?
¡Son palomas entumidas!
Tiene un alma cuanto es bello;
los diamentes son los trémulos amantes 
de tu cuello.
La azucena que te envío
es novicia que profesa,
y en tu boca es una fresa 
empapada de rocío.
Buenos dioses tutelares,
dadme ramos de azahares.

Si me muero, dormir quiero
bajo flores compasivas...
¡Si me muero, si me muero,
Dadme muchas siemprevivas!

Si tienes el buen habito de leer observadoramente, debiste darte cuenta de que este poema habla sobre el paso"de niña a mujer" pero con un buen toque

MIS ENLUTADAS

Descienden taciturnas las tristezas
al fondo de mi alma,
y entumecidas, haraposas, brujas,
con uñas negras
mi vida escarban.

De sangre es el color de sus pupilas,
de nieve son las lágrimas,
hondo pavor me infunden..., yo las amo
por ser las solas que me acompañan.

Aguárdolas ansioso, si el trabajo
de ellas me separa,
y búscolas en medio del bullicio,
y son constantes
y nunca tardan.

En las fiestas, a ratos se me pierden
o se ponen la máscara,
pero luego las hallo, y así dicen:
-¡Ven con nosotras!
Vamos a casa.

Suelen dejarme cuando, sonriendo,
mis pobres esperanzas
como enfermitas ya convalecientes
salen alegres 
a la ventana.

Corridas huyen, pero vuelven luego
y por la puerta falsa
entran trayendo como nuevo huésped
alguna triste,
lívida hermana.

Abrese a recibirlas la infinita
tiniebla de mi alma,
y van prendiendo en ella mis recuerdos
cual tristes cirios
de cera pálida.

Entre esas luces, rígido tendido,
mi espíritu descansa;
y las tristezas, revolando en torno,
lentas salmodian,
rezan y cantan.

Escudriñando el húmedo aposento
rincones y covachas,
el escondrijo do guardé cuitado
todas mis culpas,
todas mis faltas,
y hurgando mudas, como hambrientas lobas,
las encuentran, las sacan,
y volviendo a mi lecho mortuorio
me las enseñan
y dicen: Habla.

En lo profundo de mi ser bucean,
pescadores de lágrimas,
y vuelven mudas con las negras conchas
en donde brillan 
gotas heladas.

A veces me revuelvo contro ellas
y las muerdo con rabia,
como la niña desvalida y mártir
muerde a la arpía
que la maltrata.

Pero en seguida, viéndose impotente,
mi cólera se aplaca.
¿Qué culpa tienen, pobres hijas miías,
si yo las hice 
con sangre y alma?

Venid, tristezas de pupila turbia,
venid, mis enlutadas,
las que viajáis por la infinita sombra
donde está todo
lo que se ama.

Vosotras no engañáis; venid, tristezas,
oh, mis criaturas blancas
abandonadas por la madre impía,
tan embustera,
por la esperanza!

¡Venid y habladme de las cosas idas,
de las tumbas que callan,
de muertos buenos y de ingratos vivos...
Voy con vosotras,
vamos a casa.

"There's No Way to Say God Bye"